viernes, 8 de marzo de 2013

LA MIRADA DE ULISES


Javier Ulises Borges, los ojos idénticos, la mirada vaga, camina al encuentro de un Polifemo a quien convencer de que el vino es auténtico. 
Arriesgada aventura acompañar a este aventurero de los mares o de los bares, de la calle y el ruedo, de la gente del pueblo. Afable, cercano, busca siempre lo cordial con una inteligencia contra corriente.
Por la mañana, desapacible por la mucha lluvia que caía, empezó aburrida, porque los alumnos presentes sabían bien lo que Krahe decía y no sorprendía. Hasta que recitó de memoria una canción nueva. Explicó cómo la había creado pensando en el blowin in the wind y oyendo una fuente. El público entonces despertó y el auditorio se volvió más atento. Arrancó un aplauso. Después los alumnos estuvieron preguntones y curiosos. Nos marchamos para volver por la tarde.



Por la tarde el salón de actos del IES Suárez de Figueroa casi  lleno, Krahe escucha con atención las palabras que el presentador, José Carlos Martínez Yuste, iba diciendo: el libro de sus canciones hasta el 2002 que publicó Visor; características esenciales: la narración y la ironia; hombre culto que se refleja en su obra, el empleo de la dilogía que lo emparenta con Quevedo, de quien dijo que si se lo encontraba por la calle le daba un puño en la cara. Repasa su postura política, su pensamiento sobre la religión, sus influencias más relevantes: Brassens, Borges y Buñuel. Define a su canción paréntesis como un prodigio literario. De sus composiciones sobre el paso del tiempo. Y señala la profunda coherencia de su obra, sobre todo fundando su propia productora.


Javier, que había escuchado atento las palabras de PPK, organiza una conferencia que sorprendió a todos por su brillo. Dice que él ha venido invitado por un aula de literatura y que es un encuentro literario, por eso explica cómo compone y se enfrenta a problemas puramente formales como el metro y la rima con la misma ironía y humor de sus canciones. Cuenta cómo compuso sábanas de seda, Piero de la Francesca.
El público le hizo muchas preguntas: la traducción de La Tormenta, ¿quién le inspiró el cuervo?. Respondió que Calvo Sotelo, pero la invitación a un concierto y el encargo de Sabina hicieron que la canción tomara otro rumbo. Le preguntaron sobre el problema judicial que había tenido con la Iglesia y contestó recitando de memoria una canción que había compuesto: El señor no es mi pastor, yo no soy un borrego...
Así que terminó el acto con las firmas de los cuadernillos y con un grato sabor a que habíamos asistido a una gran disertación.

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