viernes, 18 de marzo de 2011

GIMFERRER: VISIÓN EN MARZO ___ ANTE EL ALTAR DE ZURBARÁN

Gimferrer nos regaló un marzo de vanguardia a sus 66 años el día de su aniversario de bodas con Cuca de Cominges, a quien conocimos encantadora. Como escribe en Interludio azul "aquellos ojos cuyo color nunca supe" contemplaron Zafra con atención especial a los cuadros de Zurbarán de nuestra Iglesia de la Candelaria. El director del museo de Santa Clara les mostró a la pareja los frescos de nuestro pintor con una amabilidad y precisión de admirar y agradecer. Una alumna de IES Cristo del Rosario, Marta Marín Santos, hizo una buena lectura del largo currículum del escritor, su extensa obra en castellano y en catalán ante un salón de actos lleno de alumnos de los tres institutos: Suárez de Figueroa, Fregenal de la Sierra y el Cristo del Rosario. Durante la lectura Gimferrer se mostró, como siempre, casi ausente, pero atento, con su reloj desprendido de la muñeca y entre sus dedos, obseso de la perfección y el tempo. Comienza recitando Oda a Venecia ante el mar de los teatros apartando su reloj y lanzando olas venecianas que llegaban mansas a nuestros oídos. ¡Arde el mar!, tanta historia encerrada en esa oda. Hubiéramos preferido un recital más lento, más pausado, pero era el autor de esta oda quien leía y esto nos paralizaba. Pere sigue la selección del cuadernillo realizado por José María Lama y explica la acertada selección y el criterio que Lama ha seguido al relacionar poemas de rapsodia, último libro del autor, con poemas anteriores. Recita de memoria el poema "Cuchillos en abril" de "Arde el mar":
Odio a los adolescentes. Es fácil tenerles piedad. Hay un clavel que se hiela en sus dientes y cómo nos miran al llorar. Pero yo voy mucho más lejos. En su mirada un jardín distingo. La luz escupe en los azulejos el arpa rota del instinto. Violentamente me acorrala esta pasión de soledad que los cuerpos jóvenes tala y quema luego en un solo haz. ¿Habré de ser, pues, como estos? (La vida se detiene aquí) Llamea un sauce en el silencio. Valía la pena ser feliz
Terminada su lectura le prengunta Rafael, coordinador del Seminario Humanístico de Zafra si la poesía tiene que ser para la inmensa minoría o no. Contesta que aquellos poetas sociales como Blas de Otero no tienen una visión muy distinta, no son antagónicas las dos posturas, el propio Blas entendía que sus poemas no eran para todos y para nuestro asombro recita un poema de Blas de Otero de memoria. Un alumno asistente pregunta por su relación con Octavio Paz y responde que primero conoció a Vicente Alexandre por carta y después a Octavio Paz con quien tuvo una mayor relación. Una profesora le pregunta qué le recomendaría a los jóvenes escritores que están empezando a componer sus primeros poemas. Gimferrer responde que aprendan métrica y que imiten a los poetas que admiren.

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